miércoles, 30 de mayo de 2012

Y miraré cómo los gusanos devoran tu mente putrefacta reprimida por la Idea carente de esfera humana. Miraré cómo te consumes y eres consumido por la indiferencia del que no oye el lloro del infante, del que no ve la injusticia que se desnuda en el grito de la plaza.

Tan solo te diré, en silencio, susurrante, que hombres como tú deberían haber nacido cucaracha.

martes, 29 de mayo de 2012

En el ojo de la cerradura se esconde la entrada a la llanura florecida junto al río rosáceo de peces amarillos que desentonan con el color. Alicia busca la forma de seguir el compás de la niña y la jovencita ya no tan niña. Crece y descrece, pero nunca desaparece, cosa a agradecer y que ella por ser chica educada agradece sin falta. Ajena aún a una inocencia vestida de soberbia: reflejo del mundo adulto a ojos de criatura; ajena al tiempo, también, pero sintiendo curiosidad por el efecto angustioso que produce. Quizás muchos sepan ya que Alicia no persigue al conejo blanco sino al mismo tiempo, más fugitivo que el animal. Pero yo lo repito por si acaso, y si pudiera hasta lo silbaría si este don me hubiera sido dado. Alicia sabe silbar, o eso dice ella, que hay que tener en cuenta que no es que sea niña con vicio a la mentira, sino que más bien se trata de una inclinación a concebir lo imaginado como real. Su ensoñación la transporta a lugares a veces bonitos, otras veces algo feos o desordenados, incluso sucios, cosa que se le hace del todo insoportable pues suele gustar el vestir medias blancas. Alicia sabe mucho porque lee libros sin dibujos. A ella no le gusta que un trozo de papel con garabatos le diga cómo son las grandes palmeras de la selva amazónica o las estalactitas de las cuevas prehistóricas. Ésto no es cierto, aquí nos ha mentido, pero se lo permitimos por haberse acabado hoy las verduras del plato. Algo que sí que es cierto es que ella ve por sí misma a sí misma, cosa que nosotros no sabemos hacerY gracias a este truco suyo ha visto sitios tan extraños, recónditos e inimaginables que son inconcebibles para cualquiera de la gente adulta que la rodea. Pero esta vez es distinta, que no diferente, pues no hay aventura igual a la otra; esta vez la oímos refunfuñar al comprobar extrañada cómo no encuentra la llave correcta y sí miles de falsas que ríen burlonas. La llanura florecida junto al río rosáceo de peces amarillos que desentonan con el color se le escapa. Ante tal frustración, la distancia aparece. Ahora intenta escapar de esa imagen infranqueable, creciendo y descreciendo, a la espera de la sentencia final del juicio que se libra dentro de ella entre la niña y la jovencita ya no tan niña.

domingo, 20 de mayo de 2012

Yo antes era. Ahora me dedico a seguir el modelo.

sábado, 5 de mayo de 2012

-¿De qué tienes miedo?
-Miedo al miedo; miedo a vivir y no morir; miedo a lo que nunca llegaré a conocer, a lo Oculto; miedo al sentir, al veneno con cura; miedo a los días que se arrastran; miedo a las alturas, al subsuelo; miedo a gritar, miedo a callar; miedo a la soledad que conlleva cualquier identidad; miedo a nombrar, a pedir, a desear, soñar; miedo a poder imaginar solo lo real; miedo a hablar sola; miedo a morir encerrada en la habitación oscura; miedo al odio que quema y consume cuerpos propios y ajenos; miedo al tú y al yo.

miércoles, 2 de mayo de 2012

-Tú.
-¿Yo?
-¿Tan extraño te parece?
-Pocas veces salgo de mí, normalmente permanezco dormida.
-¿No temes estar tan a merced del inconsciente?
-Nunca me alejo lo suficiente como para verle la cara.
-¡Tú!
-Yo...
-Te he visto: has sido vista, descubierta, nombrada. Ahora ya no puedes huir de mi memoria, porque yo recuerdo, y cuerdo recompongo lo olvidado, aunque él intente quitarme lo dado por lo que vi.
-¿Solo ves, no oyes?
-Las palabras son fantasmas.
-Por eso deben dar tanto miedo... ¿qué harás ahora que tienes la certeza de mi existencia?
-Maldecirte.
-Ya veo que debí permanecer en la sombra, oculta. Pero ello también es en parte una maldición.
-Por eso mismo he de embrujarte.
-¿Esa es tu maldición, maldecir?
-Sí, y la tuya será llorar sangre.
-Yo nunca lloro. No alcanzo al sentimiento porque lo asfixio con mi abrazo, en el lecho de mi eterno sueño sin conciencia.
-Ahora las palabras te harán ver lo que tus ojos cerrados intentan ocultar para protegerte; en ellas se reflejará el fantasma de un mundo desconocido. Y lo sentirás, y sufrirás al sentirlo, porque el sentimiento será más grande que tu frágil cuerpo, y no podrás contenerlo, y deformará tu carne, estirará tu piel hasta el extremo del dolor sin cura.
-Sentiré... ¡Sentiré...!
-Lo ves: ya lloras.
-¡Qué bonitas son mis lágrimas escarlatas!
-Cuídate de los cuentos tristes.
-Entonces me quedaré flaca de espíritu, y ya siento el hambre dentro de mí, punzante.
-Cuídate de la vida.
-Otros llorarán; ríen y lloran; viven y lloran. Y cuando caen, otros lloran en su nombre. Por suerte y por desgracia yo no tengo nombre, y así seguiré, huérfana. Los fantasmas me cuidarán.
-¿Sabes que ellos serán tu fin?
-Dejaré de saberlo, como todo lo que aprendí al dormir y luego despertar.
-Algún día escribirás con tinta roja, y morirás desangrada. Se acercará lentamente con cada línea trazada el final de tus cuentos.
-Mis cuentos malditos.
-Todos los cuentos están malditos, recuérdalo y olvida.
-Por suerte, tú nunca olvidas.
-Por suerte y por desgracia.