sábado, 18 de diciembre de 2010



En medio de las ruinas de la ciudad muerta, rodeada de cadáveres que se creen aún en vida, en la más profunda desesperanza, allá, abandonada a su suerte, una niña espera inmóvil y en profundo silencio a que vengan en su busca.

El tiempo pasa sin piedad y ella espera y espera, pues prometió que así lo haria.
Desamparada ante las garras de las tinieblas, sus fauces monstruosas, pesadillas que la persiguen aún despierta, al final, sucumbe al terror; abre la boca para gritar pero no sale sonido alguno de ella. Su cara se contrae en una mueca de dolor. No le quedan fuerzas ni esperanzas. Débil, sin voz... Las sombras son las únicas que vienen a buscarla y ella permite que su frágil cuerpo sea arrastrado por éstas a las profundidades de las tinieblas.

Al menos, piensa, ya no estoy sola.


viernes, 17 de diciembre de 2010

Mariposas amarillas.




Dormía y soñaba la vida de un sueño, hijo de la noche, donde todo y nada es posible;
hoy volaré y mañana seré un árbol de profundas raices, un pájaro escapando de su jaula o un gato oculto en una callejuela solitaria.
O quizás, no seré nada.
Sólo observaré...

En una habitación iluminada en sombras, sentado en una silla de madera, un hombre sin rostro fuma un cigarro, indiferente al lastimero llanto de infante que se oye entre las tinieblas. El humo del cigarro crea mariposas amarillas que se desvanecen en el aire cual sueño fugaz.

Lloro sin lágrimas la muerte prematura de mis hermanas, antes de abrir los ojos y despertar.

miércoles, 15 de diciembre de 2010


¿Qué ocurre con todo aquello que tanto habíamos querido, soñado y deseado?
El mar engulle los sueños de los ilusos navegantes...
Miro al cielo y pienso...pienso y grito ¡Tantas formas diferentes que pudo haber sido concebido el mundo! Pues mil formas tiene el artista de crear su obra.
Cabilando sobre todo y nada navego hacia un destino incierto en las profundidades de este extenso mar.
Y no puedo evitar preguntarme: ¿Algún día volveré al lugar de dónde procedo? ¿Acaso mi viaje encontrará un fin o navegaré sin rumbo hasta el último suspiro de mi alma?

Historia de una historia: el espíritu del mar





"Una historia que contar..."

Una playa de blanca arena, refugio de melancólicos, metáfora de la fugacidad del transcurrir del tiempo y la vida. Las olas recorren las extensas aguas en busca de la tierra, de un sueño que acaba truncado a la muerte de la orilla. Pero él lo sabe. Tiene la certeza firme de los que sienten lo invisible en lo más hondo del ser. Su piel se estremece al percibir aquella esencia inamovible; una sensación acunada por el aire que otorga al mundo el eco y el aliento: la voz del océano.

El hombre de la orilla permanece con la mirada lejana mirando sin ver el eterno morir de las olas.
Lentamente, a su lado, se va dibujando el contorno de una mujer de largos cabellos negros agitados al compás de una de las dulces melodias del mar. Su rostro permanece oculto, quizá, quien sabe, esperando en vano a que él aparte los mechones tras los que se esconden sus ojos y asomarse así a los secretos que atesora su alma rebosante de libertad y caminos teñidos de verde. Pero el hombre de la orilla atesora negruras inimaginables. Tiene miedo. Le aterroriza la posibilidad de que al juntarse sus miradas pudiera perderse y no poder llegar a volver a encontrarse nunca más. ¿Y si se da cuenta de la luz muerta de sus pupilas? Acalla rojos sentimientos tras un velo de dudas para alejarse. Y ella, sin embargo, continua acercándose despacio pero con gran ternura: posa su mano sobre su hombro, acarícia su mejilla, le susurra palabras dulces al oído.

El hombre de la orilla sigue mirando sin ver ahora algún punto perdido en el horizonte.

Ella le pregunta con voz triste:
"¿De qué huyes?" "¿A qué teme tu corazón, siempre sufriendo?"
"¿Dónde se perdió tu mirada?"
Pero él no habla, no puede. Cruel destino que le obliga a ocultar y nutrirse de sus secretos, haciendo que vaya donde vaya solo vea desierto, una vieja casa de madera, párpados cerrándose, laguna, un nombre prohibido.
No habla, pero oye su voz con gran pesar. Se expande como un eco, retumbando por su cabeza hasta que se convierte en un débil susurro que acaba por apagarse.

"¿Dónde estás...?"
"¿Dónde..?"

El hombre se gira, buscándola, pero ella ya ha desaparecido.
En el mismo lugar donde antes se encontraba tiembla un pequeño bulto envuelto en sábanas.

Es una niña.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Historia de una historia: el viajero









El viajero detuvo sus pasos delante de la vieja casa de madera situada en medio de la nada, donde la esencia del desierto vive latente en el ambiente gracias al soplo del viento del oeste. Su susurro es la voz que narra las historias de soledad de los que ya no tienen boca para contarlas. Llevando más allá de las montañas el eco resonante de sus palabras.
El viento. El mismo viento que sopla con fuerza golpeando el rostro del viajero, exigiéndole su secreto. Aquello que esconde, aquello que se ha traído consigo como único equipaje. Pero su boca permanece sellada, pues aún no es el momento para que su historia sea contada. 
Aún no.
El viajero se sumerge en el entresijo de los recuerdos pasados.

"Debes irte hijo mío, pues tus pecados no podrán ser perdonados hasta que el tiempo se encarge de sanar las heridas. Ha partir de ahora ya no serás considerado fruto de mi vientre, ya no nos unirá ningún vínculo; serás borrado de mis recuerdos desgarrados por las garras de la muerte. Tu alma perdida deberá abandonar a los vivos del lugar que le vió nacer y crecer para poder purificarse y con suerte salvarse de la perdición.
Has de saber que vivirás como un fugitivo: siempre con la enfermedad de la nostalgia devorándote las entrañas. No llores hijo mío, ya no eres un niño; no has de llorar. Esta es la verdad, tu realidad. Yo no puedo cambiar las consecuencias de tus actos. Ni yo ni nadie puede perdonarte."

Sigue mirando fijamente la casa como si esta se tratara de un espejismo que en cualquier momento fuera a desaparecer. El miedo a que un paso en falso pudiera hacerle despertar del sueño paraliza cada uno de sus músculos:

"¿Es que no podré regresar jamás, madre? ¿Nunca más?"¿Cuando podré volver? ¿Cómo sabré el momento exacto?¡Madre...!"

La ve mientras cierra los ojos y arruga el entrecejo marcando, aún más si cabe, las arrugas de angustia y sufrimiento de tantas desgracias padecidas. Le habla por última vez y al hacerlo su voz, transformada, suena a la de una anciana de gran sabiduría, pero duro corazón:

"Vuelve a casa cuando tengas una historia que contar"

El silencio se apodera de su alma, y únicamente le permite la imagen de los ojos cerrados de la madre como compañia en el largo camino que ha de seguir sin sentir llamada alguna de éste.
A sus espaldas, una carga demasiado pesada para su débil espíritu. Cual árbol sin raices a punto de desplomarse contra la tierra que antaño le había amparado. ¡Tanto que ha recorrido! Sin embargo, tres simples pasos se convierten de repente en la más épica de las odiseas.

"Solo tres pasos...solo tres más..."
Uno, dos, tres.


Finalmente, abre la puerta al reencuentro con los fantasmas del ayer.

sábado, 6 de noviembre de 2010

La tienda del anticuario.


Una calle estrecha con edificios antiguos y humildes. Una calle donde se respiran las historias de las gentes que antaño caminaban por su suelo de baldosas: algunas negras, otras más grises. Tiendas pequeñas, cuevas, escondites que parecen guardar miles de secretos en su interior, maravillas que ella desea ver, descubrir. El padre siempre dice que es su pequeña aventurera, sin miedo a lo desconocido, valiente. Y ella sonríe al oírlo. Con su mochila a la espalda lo acompaña allá donde va, sabiendo que él, su padre, es un gran conocedor de los rincones más mágicos y recónditos de la ciudad.
Hoy sus pasos la han conducido a esta calle. Donde ella nunca antes había estado pero donde una extraña sensación de confianza la invade; como si conociera dicho lugar, como si lo hubiera conocido mucho tiempo atrás.
Se detienen delante de una tienda de puerta de madera con un escaparate de cristal envejecido. Ella no es capaz de ver o comprender que es lo que se esconde en su interior. Su padre la suelta de la mano y la niña, absorta en sus pensamientos, juguetea con una mariposa de papel que ha coloreado ese mismo día de diversos colores. Su padre abre con delicadeza la puerta y entra dentro. Por un momento una luz cálida se entrevé por los costados y fascina a la pequeña de tal forma que la calle desaparece; su cuerpo inmóvil, su boca levemente abierta, sus ojos cautivados por lo que parece ser un regalo a punto de abrirse, una sorpresa a punto de ser descubierta: el momento más bello que uno experimenta al descubrir algo nuevo. Su alma respira, se eleva... pero aún permanecen sus pies en tierra y poco a poco la van guiando al interior de la tienda. La luz la envuelve. Cuando sus ojos se acostumbran a esa extraña luz de dentro vislumbra a su padre hablando en voz baja con un hombre de barba y cabellos blancos: lleva unas gafas de lentes redondas y está mostrando un hermoso reloj antiguo de bolsillo. El padre recae en que la niña observa a su alrededor sin orientarse: "¿Sabes donde estamos?" Le pregunta. Ella niega lentamente con la cabeza y el hombre del reloj, acercándose y agachándose para tener la cara de ella al mismo nivel, empieza a explicarle con simpatía:"Esto es un anticuario, pequeña: una tienda de antigüedades, un lugar donde las personas pueden traer sus objetos personales y darles una segunda vida." Ella escucha con suma atención. El hombre se acerca más a ella, con sus ojos clavados en los suyos, con una extraña chispa en su mirada. En ese momento el padre ha dejado de prestarles atención, y completamente concentrado estudia el reloj de bolsillo. El hombre, viéndolo, se acerca aún más a la niña, de tal forma que ella es capaz de oler el olor a tabaco de pipa que desprende su aliento: "Te diré un secreto, pues reconozco a las personas como tú: personas capaces de abrir sus almas a las maravillas del mundo, a lo bello que en éste se oculta" Ella siente otra vez su cuerpo elevarse..."Todos estos objetos que ves no guardan su valor en la riqueza de su material, o en la nobleza de su orígen. No. Lo que de verdad les da el extraño poder de seducir y cautivar a las personas procede de otra fuente: los recuerdos. Son cajas llenas de ellos. Recuerdos de antiguos poseedores, trozos de sus almas que quedaron encerrados en su interior. El hombre siempre busca rasgos, signos de humanidad en el mundo que le rodea. De allí la atracción que muchos experimentan por estos objetos, pues la esencia de otras vidas permanece latente dentro de éstos; algo que muchos intuyen pero pocos llegan a comprender. Son lo más cercano que puede llegar el hombre a "ser" después de la muerte, el abismo ¿No es maravillosa, pequeña? Algo nuestro que no desaparece aunque nosotros sí lo hagamos" El hombre se aleja de ella después de decir estas palabras. Su padre y él vuelven a hablar del reloj, tranquilamente, como si nada hubiera pasado ni ningún secreto hubiese sido revelado. Pero ella ya no siente sus pies en el suelo. Un fragmento de color se deposita para siempre en lo más hondo de su ser.
Al salir de la tienda una colorida mariposa de papel permanece en una de sus estanterías: un regalo a cambio de un nuevo tesoro descubierto.

viernes, 5 de noviembre de 2010


En las paredes de la habitación bailan imágenes al son de una canción lenta y armoniosa, pura. Luces que todo lo envuelven como la cálida luz de una vela. La noche afuera guarda en secreto la magia que se produce antes del soñar del infante: Carícias y un beso de buenas noches, el rastro de un perfume de madre en la mejilla, el cabello revuelto, el descanso que relaja al cuerpecito de dentro del pijama color rosa claro (su preferido), los dedos aún un poco arrugados por el baño, burbujas, párpados cerrándose, tranquilidad, calidez, luz, dibujos danzando, susurros de tiernas palabras, el regusto dulce de un postre, sábanas calentitas, almohada de plumas, el perfil de una tímida sonrisa, ronroneo de gato, el suave tacto de los peluches, la misma sensación de seguridad que al observar la lluvia por la ventana en un día de tormenta, el sonido de un tren, viajeros, su cuerpo sumergido en las profundas aguas del mundo de los sueños.

Y los colores, que la acompañan al cerrar los ojos.



"Buenas noches, mi niña"


domingo, 24 de octubre de 2010



Se abre el telón: aparece en escena su silueta abriéndose paso entre las sombras, buscando el foco central; la luz que deja ver al público la gracia de sus movimientos, su cuerpo elástico que levita entre el sueño y la realidad, la magia de sus saltos, la firmeza de sus delgados brazos... la luz que la ilumina pero que al mismo tiempo desdibuja sus facciones, haciendo irreal su existencia ¿De verdad ella es real en estos momentos? Qué lejos parecen estar las misérias del mundo cuando empieza su danza, libre, con los ojos cerrados y el alma abierta, regalándola, enseñándola a su querido público; su corazón descubierto no teme al dolor ni al sufrimiento, aunque lo haya padecido en muchas, demasiadas ocasiones. Quién diria que hubo un tiempo en que las lágrimas no derramadas la ahogaron por dentro, asfixiando su cuerpo y volviéndolo inservible para bailar. Y sin embargo, ahora, está aquí: danzando sin miedos ni temor al futuro, presente o pasado; Sólo está ella: frugal reflejo de luz que siendo más sueño que real despierta dentro nuestro algo muy importante que creíamos perdido.

lunes, 27 de septiembre de 2010

un mundo frágil


Y la tierra empezó ha temblar, resquebrajándose su superfície, abriéndose en ella profundas grietas; heridas latentes en busca de sus entrañas.
De repente aquello que sostenia, que daba seguridad y el valor para avanzar, todo, se hundia y perdia su estabilidad. Ahora el mundo era un desierto de arena traicionera que devoraba sin piedad toda alma presente.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Respira.
El salón se encuentra a oscuras, únicamente iluminado por las velas de encima de la mesa. Los rostros de los presentes se convierten en sombras sin facciones. Sólo se pueden vislumbrar sus grotescas sonrisas, demasiado amplias, demasiado tensas para ser verdaderas. ¿Por qué sonríen, pues? Todos me observan con la expresión congelada: "Hoy es tu día" me dicen, invitándome a celebrarlo. Pero soy incapaz de sonreír. El silencio se adueña de la sala. Las sombras se enfadan. Me reprochan no querer albergar la felicidad en mí, de preferir y escoger la melancolía como compañera de juegos. Me culpan de la tristeza que embarga la velada: "Siempre estarás sola, la gente quiere ver sonrisas a su alrededor" me dicen, en un intento de asustarme: "¡Alégrate! ¡Vive!" ¿Qué quieren decir? yo ya vivo. Estoy viva. El dolor que siento es la prueba irrefutable de ello.
El enojo de los presentes va aumentando. Algunos se levantan y me zarandean cogiéndome de los hombros: "¡Sé feliz!" gritan. Al ver que mi reacción no llega van abandonando la mesa uno detrás del otro.

"¡Tienes que ser feliz!"

Observo las velas ya casi consumidas del todo. La cera resbala y cae en el pastel. ¿Acaso ésta es su forma de llorar? ¿También se sienten tristes? Me pregunto.

Debes ser feliz!"

Las lágrimas resbalan por mis mejillas y caen encima de la mesa. ¿Sabéis? No lloro por mi ahora, lloro por vosotros, por vuestra ceguera ante la infelicidad que creéis no sentir. ¡Ser feliz no es una obligación, no tiene que ser un deber! grito: ¡No se puede obligar a uno mismo o al otro a serlo! ¡Tenemos que tener derecho a la tristeza! Derecho a llorar en público si el corazón nos lo pide...
Las sonrisas falsas no hacen más que deformar vuestros rostros, y que así seáis incapaces de reconocer el reflejo de quién os mira dentro del espejo. Sed valientes... suplico: no tengáis miedo al vacío.

Esta vez no soplaré para apagar las velas porque no quiero verme consumiéndome como ellas, sin aire. No quiero soplar para intentar alejar de mí el dolor que siento a cada respiración.

Respira.

Una voz oculta canturrea cumpleaños feliz.


jueves, 16 de septiembre de 2010


Gritar hasta sentir expulsar de mi cuerpo la tristeza que encoge al corazón sin motivo aparente, las lágrimas traicioneras que se evaporan sin llegar a derramarse, el miedo que angustia y enferma el cuerpo y la mente:

Todo fuera.

Y quedarme vacía y sola, acompañada únicamente por el eco de mi grito.


martes, 13 de julio de 2010

Relatos que nunca terminaré.


El día en que el pintor crea la mejor de sus obras, la más perfecta y sublime obra de su vida artística, ese día, muere. Porque el miedo a no poder realizar otra vez tal grado de perfección se convierte en una enfermedad que empobrece sus sueños.
Su mirada pierde la luz.
Sus manos, agarrotadas, permanecen inmóviles.
Su alma, ahogada, sucumbe al pánico: el miedo a la decepción en los ojos de los que tanto creyeron en él.

Y yo, al saber todo esto, inconscientemente, soy incapaz de terminar una historia. Mis notas sin sentido guardan escondidas en espera de algún día ser finalizadas. Mis esbozos se vuelven grisáceos con el paso del tiempo. Todos esperan, pero el momento no llega: nunca llegará.
Y así, jamás realizaré la mejor de mis obras. Me quedaré en el camino, contentándome con poder disfrutar del viaje sin llegar nunca al final.
Mirando al cielo sin despegar las alas, sin atreverme a alzar el vuelo.

Porque mi mayor temor es encontrar aquello que tanto busco.

lunes, 5 de julio de 2010

solamente palabras.




El escritor agoniza en la oscura y ténebre habitación, apenas iluminada por un débil rayo de sol que lucha por entrar por los bordes de una cortina azul oscuro. El ambiente es denso, le agobia. Siente como le impide respirar con tranquilidad, relantece sus movimientos. Pero el lucha por seguir escribiendo: su obsesión, su única forma de encontrarse y al mismo tiempo de huir de si mismo.
A veces se olvida de quién es. Observa su reflejo como quien ve a un completo desconocido. Entonces, una sensación de vértigo le invade, aterrorizándolo. "¿Quién soy?¿Quien eres?" Le pregunta al espejo. "Yo soy tú" Le responde. Tal afirmación solo le crea más preguntas, confundiéndole aún más. "Yo...yo..." Siente que una gran distáncia separa sus pensamientos de su cuerpo físico. Su cara, sus manos, las arrugas de su rostro...¿De verdad todo aquello le pertenece?
"¿Quién soy?" Vuelve a preguntar.
Y ante la insatisfacción de la respuesta continua escribiendo sin descanso.

domingo, 13 de junio de 2010




¿Alguna vez has mirado el cielo, estirando tanto el cuello, que la cabeza te daba vueltas?
No.
¿Y has bailado con los ojos cerrados, fundiéndote con la música?
No.
¿Has inventado canciones para poder expresar lo que sentías?
No..
¿Has intentado contar en una noche todas las estrellas?
Tampoco.

Entonces, no es de mí de quién debes sentir lástima.


sábado, 22 de mayo de 2010

Música.





Escuchaba un piano de fondo mientras iba escribiendo su historia en el ordenador. Viendo la escena de lejos pareciera que el mismo fuera el creador de tan bella música; cada palabra una nota, cada nota una palabra...
Tal vez es que en realidad todo cuento o relato cuenta con su propia melodía

miércoles, 5 de mayo de 2010

Dicen que la esperanza es verde.




El hombre sin ilusiones acudió al hospital, su último recurso, su última via de escape. Quería dejar de sufrir, de agonizar como el sediento que no encuentra agua, como el viajero sin camino que recorrer...Dejar de buscar aquello que tanto quiso y que el destino nunca le concedió.


Por eso depositó sus esperanzas en una caja de cristal. Decidió que ya había sufrido demasiado. Su vida se componia de retales de decepción, sueños rotos, sueños frágiles que se le escapaban de las manos.

Ilusiones perdidas.

"Solo quería encontrarlo: encontrar aquello que me hiciese feliz..
Maldito el día en el que me di cuenta que la vida no es más que un sin sentido de casualidades. Que nada esta escrito, a diferéncia de los cuentos. Que el destino no es más que una creación nuestra, surgida del deseo de la existencia de una norma que rija el Universo.
¡Tantas lágrimas derramadas en vano! Las heridas se abren, las cicatrices se estrían, crecen, y consumen todo el interior de mi ser.

Dicen que la esperanza es
verde...Pero, vaya donde vaya, sólo veo las abominables creaciones del hombre; un mundo gris, un mundo hecho sin vida.

¿Acaso cree que yo no preferiría que el mundo fuese predecible? Pero nada es seguro, nada esta por una razón, nada tiene sentido.
¿Y que mas da, entonces, si deseo extirpar de mi cuerpo el tumor que me atormenta?
Por todo eso le ruego que me extirpe las esperanzas, Doctor.

Y así estaré en consonancia con el mundo"

martes, 4 de mayo de 2010

autorretrato: infancia


La pequeña va de un lado a otro con la mochila cargada a la espalda, con la mirada perdida y ausente en algún rincón lejano de aquel mundo que le tocó vivir.
Su cuerpo vive; nota como sus pies pisan la calzada de la calle, huele el humo de los coches, oye el ruido incesante del caos de la ciudad...pero no esta allí. Nunca. Duerme con los ojos abiertos, vive en el mundo que ella misma creó y del cual ahora ya no puede escapar. Prisionera de sí misma. Nunca aprendió a tratar con otros. Nunca creyó posible que alguna de aquellas personas que pasaban delante suyo sin tan siquiera mirarla detuviera sus pasos y quisiera saber; saber quién es la pequeña de la mochila que con mirada perdida y ausente observa sin observar sus zapatos azules.