miércoles, 28 de diciembre de 2011

El reloj de bolsillo hace tic, tac, tic, tac, y la anciana, sujetándolo con fuerza, pierde su mirada en el eco de la monotonía del sonido. Las fotografías de la mesita de noche de al lado desplazan su mundo en blanco y negro al resto de la estancia. Los recuerdos se vuelven cuentos basados en experiencias pasadas, pero cuentos al fin y al cabo. La respiración enmudece lentamente, tal y como si cerrara los ojos en el justo momento en que se sucumbe al sueño. Las cortinas beige resplandecen doradas entre los bordes por donde la luz se asoma al interior de la cavernosa casa. El viento las mece suavemente, entrando a través del estrecho espacio abierto del ventanal. Una gaviota, afuera, abre el pico, pero su gorgoteo enmudece antes de poder llegar adentro. Todo parece desaparecer; el tic, tac del reloj, la respiración, el brillo en el iris de la anciana, la luz y el viento entre las cortinas. Todo se detiene. El tiempo ya no existe. La vida y los recuerdos de lo vivido ya no existen ¿Existieron realmente en algún momento?

martes, 27 de diciembre de 2011

la Musa

Ella es eterno otoño sin esperanza; encandila a las almas de los enamorados por lo melancólico, lo obscuro, lo bello que yace oculto en la decadencia rojiza del ocaso del día.
Jóvenes de mirada huidiza han sido presa de su embrujo al descubrirla en los remolinos de hojas secas bailando al canto del aire cálido. Acaricia sus frías mejillas tiernamente, pero siempre distante, siempre lejana e inalcanzable. Bajo el amparo de la noche estudia su esencia candente fascinada por el contraste de luces y sombras.
Envidia en secreto el descanso de los hombres, la capacidad de soñar y ver tras el cierre del ojo, porque ella no ha experimentado jamás dicha sensación. Nació del delirio de almas poéticas que la concibieron mezclando espejos fragmentados, los cuales guardan dentro de sí, en el reflejo borroso, la visión de anhelos quiméricos; está hecha de cuento y fábula, y siente en lamento la desesperación y el caos de los de corazón erosionado por la salitre de aguas salvajes atacando la orilla.
El dolor la ha vuelto sabía y triste, pues sabe que es culpable de propagar la enfermedad de la nostalgia a todo aquél cautivado por su funesta presencia, pero no puede escapar de la prisión de su naturaleza ni cumplir el deseo escondido de convertirse en mujer de barro y agua que camina y vive en la primavera del cuerpo fértil y palpable.
La propia musa desea en silencio ahogado ser mujer de carne dulce y salada, cabellera despeinada, facciones irregulares, piel esculpida en arena y no mármol impoluto; frágil y poderosa, mucho más que ella misma que a tantos hombres cautivados por su figura posee, ¡oh, cruel destino! La soledad la persigue y atormenta, pues su vientre es mustio y sus brazos nunca acunarán vida, ni su voz cantará con dulzura de madre, ni conocerá el suspiro fugaz que otorga la existencia física, ni se escuchará el grito de su alma rota de nacimiento. Su desdicha es muda: delante de tan terrible verdad le es prohibido expresar con lágrimas que afeen su rostro la desolación de saber que jamás podrá sentirse acogida en el calor de un abrazo repentino.

¡Poetas! ¡Dadle roja sangre y no más negra tinta!

domingo, 11 de diciembre de 2011

Hablo a la flor silvestre, al árbol de rojos frutos, al pájaro celeste.
Escucho al libro que susurra verdades sobre el sujeto libre.
Contemplo el misterio de la dulzura en las arrugas del mar inmortal.

Devoro el alimento prohibido con glotonería,
peligrosa cual diosa griega mostrando su
blanca y lasciva desnudez a doctrinas aterrorizadas
por el pecado.

¡Temblad! Porque siento, porque pienso.
¡Temblad! Porque me percato de lo invisible a la vista del fin del ocaso.

martes, 6 de diciembre de 2011

Cae el vaso encima del mantel. Agua.

Olvida las olas del mar acunando el océano, olvida las montañas nevadas, la chimenea encendida con los restos del bosque consumiéndose. Olvida la lluvia y los charcos y las gotas resbalando. Olvida las caricias y la sonrisa que te observa atrás en la fotografía. Olvida la música y el baile a la luz de la luna, con el humo de los cigarros subiendo hasta el techo. Olvida el sabor del azúcar, y el de las mandarinas recién recolectadas. Olvida las mariposas blancas escapándose de entre las manos al igual que las promesas acompañadas de sollozos.

Olvídate de todo.
No tienes voz,
ni cuerpo,
ni perdón.

Solo el agua del vaso empapando el mantel.

viernes, 25 de noviembre de 2011

La bailarina danza dando vueltas y más vueltas, sin nunca parar. Todo lo que le rodea, el mundo que envuelve su ser, no puede ser visto ante su mirada huidiza mas que en forma de imagen borrosa. No conoce el olor de la tierra húmeda, ni el suave tacto de los pétalos; desconoce las arrugas de los árboles y las figuras con que las nubes decoran los cielos. Pero no siente pena alguna, porque no puede. Ella no es más que movimiento continuo; vida sin consciencia. Carece de nombre con el que poder proclamar una identidad propia. Danza, gira, dando vueltas y más vueltas. El resto: pena, alegría, sorpresa, encanto, deseo, frustración, envidia, egoísmo, arrepentimiento, perdón; todo lo demás, nace en el interior de quién observa su baile eterno, buscándole con cierta inquietud un sentido a tal existencia.

Poema infantil

Mundos de papel
deseaban del cielo
gotas de colores
ver llover.

Y morir pintados,
ahogados en mar
que guarde
y cuente
en susurro
y aliento
las palabras
frágiles

y aún así poderosas
aún así hirientes
y luminosas,
cálidas.

El más valioso tesoro
que en las aguas se esconde.

lunes, 21 de noviembre de 2011

En la habitación oscura
Aquella maldita habitación oscura

Allá
Yo
Estirada en el suelo
Sueño
que soy árbol
Sueño
que la tierra abraza
mi cuerpo
Sueño
que la lluvia es mi llanto
Sueño
que grito y que mi grito
es tormenta de mil truenos
y relámpagos rasgando el cielo.

Sueño
que sueño
y nunca despierto

martes, 15 de noviembre de 2011

Tarde de domingo


Afuera brilla un sol espléndido, digno de algún frívolo anuncio de automóviles. Los jóvenes pasean en grupo por la calle haciendo un poco de estruendo al conversar entre ellos. Me pregunto qué tonta anécdota se estarán contando. Observo que algunos ancianos que caminan taciturnos los miran de reojo con cierto desdén en la mirada. Es bastante gracioso ver sus caras arrugadas frunciendo el ceño. Me llegan de golpe los gritos de los niños que juegan en el parque de al lado, que empiezan a exigir con ímpetu la merienda que las madres han traído dentro del bolso, junto a las tiritas, seguramente. Mientras, el interior de mi casa está a oscuras a pesar del bonito día de hoy. El ambiente es tan denso que hasta podría masticarlo si estuviera hambrienta y no quedasen galletas de esas de chocolate blanco en la cocina; no creo que una opción sea más sana que la otra. El ruido del televisor con el volumen casi al silencio acompaña mi tarde de domingo, como siempre. La casa parece aletargada; me la imagino con los párpados entrecerrados, a punto de sucumbir al sueño. Tiembla el techo y las paredes a golpe de escoba y fregona: los vecinos han empezado con la limpieza semanal. Me fascinan toda esta serie de hechos normales y corrientes que suceden a mí alrededor; me hacen sentir ignorante y lejana frente a una parte de la vida de la cual todos parecen formar parte. Pasan los años y mi mundo va formándose a base de recuerdos de momentos no vividos que leí entre las páginas de alguno de los tantos libros que custodian mi habitación. Me acojo a ellos y observo con curiosidad en la distancia la vida que fluye ante mis ojos, sin llegar a tocarme.

Suspiro etéreo

Desaparezco
Tras el paso de lenguas
Lamiendo mi contorno
Saboreando
El azúcar de mi piel

Tiemblo
Al tacto de manos desconocidas
Palpando huesos intentando
Escapar
De su envoltorio

Contraigo
Los ojos para sumirme en
El refugio de la pérdida del ser
Marchito
En el interior de mi pecho

Abrazo
El olvido camino al lecho
De sábanas manchadas de rojo
Abortado
De mentiras hirientes

Sangro y muero en silencio
Convertida en suspiro etéreo

viernes, 14 de octubre de 2011

Cuento de la libélula


Un hombre con corazón de metal se perdió un día por un gran bosque. Caminó y caminó pisando flores mientras buscaba la forma de regresar. Encontró así sin proponérselo un sendero escondido que decidió seguir por un extraño impulso. Al llegar al final vislumbró asombrado una  laguna justo en medio de un bello páramo custodiado por cuatro ancianos árboles de noble porte. En el centro del hermoso escenario una joven bailarina danzaba sobre la laguna, apenas rozando las aguas con la punta de los pies, con los ojos cerrados y el alma abierta. El hombre con corazón de metal quedó cautivado por tan mágica imagen, por ello decidió llevarse con él a la joven bailarina a su casa sin flores, también de metal. Allí le regaló  un elegante vestido de tela blanca de tul, y unos carísimos zapatitos de cristal . Construyó una lustrosa habitación redonda con un lago artificial de aguas oscuras y solitarias donde la obligó a danzar día y noche, porque mientras la miraba danzar el hombre sentía latir a su corazón de metal. Pero los corazones de metal no son más que réplicas de los verdaderos. No pueden aposentar en su interior sentimientos puros ni son capaces de sentir calidez ni de contener luz alguna. Por ello, al paso de los días, la joven bailarina sintió cómo su cuerpo iba enfriándose poco a poco, hasta que se convirtió en una estatua de hielo y no pudo bailar más. Se hundió tragada por aquellas aguas oscuras y solitarias e irremediablemente murió ahogada. El hombre con corazón de metal lloró por primera vez en su vida al verlo, sintiendo la culpa punzante en sus entrañas. Cogió en brazos el cuerpo sin vida de la bailarina y se dirigió al bosque, sin tener la certeza exacta de a donde le conducían sus temblorosos pasos entre la espesura. A través de la neblina de sus ojos distinguió el sendero, la laguna y los cuatro árboles que la custodiaban desde tiempos remotos. El hombre con corazón de metal decidió devolver el cuerpo de la joven a donde pertenecía su espíritu, con la esperanza de poder  aplacar el dolor de la culpa y la pérdida. Pero cuando los pies de la joven bailarina rozaron las aguas que antaño la vieron danzar, como en un sueño, su cuerpo se transformó en el de una bella libélula de color azul celeste, que se posó un breve momento encima del pecho del hombre para transformar su corazón en uno de verdad, y siguió danzando encima del agua, apenas rozándola, libre y solitaria, hasta el fin de los tiempos.

lunes, 3 de octubre de 2011

La lluvia sonrió

Las nubes la engendraron. Era lluvia y como tal estaba destinada a la reclusión, a la huida, a la soledad de los cristales por donde se deslizan las gotas, a la trágica comparación con las lágrimas. Era el destino ya trazado de su desdichado nacimiento y nada podia hacer para cambiar la naturaleza de su espíritu condenado a los días grises y a los pasos fugitivos de los viandantes. Menos aquel día. El mundo le regaló un instante, una mirada, un gesto. Todos corrían apresuradamente tras su aparición, pero una sombra permaneció quieta enmedio de la acera gris de la calle. Era apenas un trazo, una escuálida figura que parecía haber nacido de la trémula mano de un pintor con miedo a acabar sus obras. Indefinida y, sin embargo, con fuerza y luz, permanecía quieta en aquel lugar. La lluvia, asombrada, le acercó la mano, creyendo que huiría de su frío y húmedo tacto, como acostumbraba a pasar cada vez que tenia el impulso de acercarse tímidamente a alguien. La figura no solo no apartó el rostro, sino que incluso la miró a la cara, sonriendo. Seguido, cerró los ojos y alzó los brazos al cielo, aún con la sonrisa en el rostro. La lluvia, sobrecogida, deseó por primera vez detener su camino, sentarse y permanecer por siempre junto a aquella figura que aceptaba de forma tan maravillosa su desdichado legado de nubes y cielos oscuros. Deseaba peguntarle de donde procedía, de que libreta de artista había escapado para poder venir a su encuentro. "Apenas soy un trazo, apenas existo, pero soy lo bastante real como para vivir y, por ello, siento con más fuerza la vida. Tú también eres vida". Por primera vez, la lluvia sonrió.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Niña muda; niña ciega; niña sola


Días eternos que acaban desvaneciéndose. Puertas cerradas que se abren al anochecer. Vértigo y desamparo. Alguien grita entre las sombras. Párpados cerrándose entre aguas. Asfixia provocada por una mano invisible. Piel amoratada. Silencios que pudren entrañas. El aire pesa. Labios ensangrentados. Hilos, nudos imposibles de desatar. Muñecos rotos. ¡Malditas fotografías, dejad de mentir! Desesperación. Miradas de auxilio, miradas sin voz ni luz. Luces apagándose. Templos de sábanas y libros. Susurros acechando sin tregua. Cae un vaso encima del mantel. Agua. Locura de piano, rápido y lento; lento y rápido. Limpiar heridas con sal. Manos frías. Caminar, caminar, caminar; con o sin rumbo. Caminar y no sentir. Cerrar los ojos y ver más que antes. Collares de frambuesas. Sueños de árboles con aroma a flores. Realidad de cristal. Reflejos de desconocidos. Máscaras, muchas máscaras. Expresiones grotescas. Circo de sombras y fuego. Cuentos con lagunas encantadas. ¡Danza para mi! Siempre, siempre... Bailarina ahogada. Papeles rotos. Tragarse las ilusiones y morir de empacho. Teléfono y adiós. Montañas y adiós. Balada de ataúd. Rencor que envenena; rencor que quema. Vueltas, demasiadas vueltas ¡Deja de girar! Desorientación. Regusto a palabras dulces. Tic tac, tic tac. Una mujer con mirada muerta. Carne con gusanos. Náuseas. Millones de trozos llevados por el viento ¿Por qué? Preguntas abortadas. Garabatos que esconden oscuras verdades. Relatos aún más oscuros. Niña muda; niña ciega; niña sola.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Utopia infantil

Crecerán flores a mi alrededor, pisaré tierra fértil, viva. Sentiré su latido a través de mis pies descalzos, fundiéndome con el barro. Una suave llovizna empapará mi cuerpo, las gotas se me resbalarán de las manos, aunque intente con desesperación guardar algunas para días de puertas cerradas y cristales negros, para poder llorar en esos días; soy pobre de lágrimas, necesito la lluvia y lápices grises, solo grises. Agua y barro. Un arco iris aparecerá mágicamente, extendiéndose de lado a lado de mi jardín de flores silvestres y tierra viva. Y me hará guardiana, dueña de este lugar solo mío, hecho a mi medida, donde todo sea luz y colores, aromas frescos y caricias de pétalo.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Zapatos rojos

No quedan palabras, ni latidos. No hay aire, no hay vida. No importa que no hayas cumplido promesas destinadas al fracaso. No importa. Mañana volverán las palabras, los latidos, el aire: mañana volveré a vivir. Siempre será mañana el día destinado a abrir los ojos. Cómo puedes intuir, permanezco a la espera de algo. Te contaré mi secreto: he de nacer. Dijeron que vendrían a buscarme, ¿sabes? Y yo espero, debo esperar, porque si vinieran y no estuviera se sentirían muy tristes.
Muchos pasan por aquí, pero todos marchan. Yo no. Yo espero a mañana. Sueño con la vida. ¡Qué trágica y bella la concibo!

No quedan palabras, ni latidos. No hay aire, no hay vida. Tampoco hay recuerdo. ¿Te he contado ya que espero a nacer? Vendrán, me lo prometieron. Sus promesas son fuertes, no como las tuyas. Pero no te preocupes, no puedo juzgarte, aún no existo. Mañana será el día.
¿Te gustan mis zapatos rojos? Los llevo puestos para estar preparada. Para que cuando vengan a buscarme quieran llevarme con ellos.

sábado, 10 de septiembre de 2011

La norestina

Caminaba por el camino de baldosas grises, niña sin juegos ni risa de colores. Luces de farola le hacían de estrellas y ella creía que no existían otras. ¿Sentiría el desamparo de la noche huérfana de luna? Ella solo caminaba, mirando al suelo y a sus zapatos azules que teñiría de sangre al convertirse en mujer. Nadie la ve, nadie ha oído ni una sola palabra salir de sus labios mordidos, ensangrentados. Tiene nombre, pero si no se lo repitiera a ella misma en la oscuridad de su caminata solitaria pronto se olvidaría de ello. Igualmente, a veces se olvida. Ella solo caminaba, ella solo camina. Hasta el día en que un destino engañoso y el choque de un accidente la devuelva al centro mismo de su ser, a morir y nacer del sacrificio y el dolor de sus propias entrañas.

Por ahora, solo camina.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Historia de una historia: la despedida


Adiós noches. Adiós días. Adiós pequeña. Adiós yo. Adiós ilusiones. Adiós sueños. Adiós dulzura. Adiós bellos engaños. Adiós horizontes. Adiós oportunidades. Adiós sonrisas. Adiós risa clara.

A todos, adiós, por fin me marcho. Vuelvo a casa.

Historia de una historia: Janina


Soy hija del hombre que mira sin ver y del espíritu libre del mar que una vez, solo una, quiso compartir su soledad y dejar atrás su esencia de criatura encantada.
Me llamo Janina.

viernes, 2 de septiembre de 2011

letargo



Me encuentro prisionera en esta habitación sin ventanas, desde tiempo atrás, sin conocer el motivo de mi encierro ni el nombre de aquel que cerró la puerta y escondió la llave.
El tiempo transcurre entre estas cuatro paredes, lo sé, pero no tengo la guia del sol y la luna como testigos de la realidad de este hecho. Aquí, en esta dimensión, todo se divide en antes y ahora.
Antes, gritaba para que alguien viniera a mi encuentro, golpeaba una y otra vez la puerta, hasta el agotamiento, hasta sangrar por los nudillos. Deseaba ser liberada de mi prisión, salir de la jaula y extender las alas cual pájaro.
Ahora, permanezco inmóvil en el rincón más apartado de la puerta, sin ver ni sentir, habiendo renunciado a la calidez para alejar el frío que roía mis huesos
Y ahora ya no soy, ya no estoy, ya no deseo salir. Sólo duermo e imagino que vivo.

jueves, 1 de septiembre de 2011

El foco


Nada, nada, nada, nada, ¡luz! Algo se oculta en el resplandor pero no puedo ver, no después de tanta oscuridad, no después de la nada. Nada, nada, nada, nada ¡luz! y nada otra vez.
¿Por qué se asoman voces sin cara? Retumban mis pasos, no quiero oírlos, no puedo silenciarlos, me paro. Quiero sentir el frío suelo, me tumbo, sigo sin ver. ¿Donde estoy? ¿Donde se hallan las miradas de los sin rostro? Algo se oculta en el resplandor, lo sé, pero no puedo ver, no todavía, quizás nunca. Ahora sé que existen las sombras, ahora las veo pero no lo que provoca su visión. Siento miedo de la luz porque desconozco qué se oculta en ella. Cierro los ojos y me siento mecer por los brazos familiares de la oscuridad, las sombras, la nada.

Acogerme en la eternidad de mi ceguera, suplico.

viernes, 22 de julio de 2011

Der Vogelkäfig

Borraré todas las conversaciones en las que intenté hablar sin frases pre-cocinadas, envueltas en frío plástico, con abre fácil. Me haré consumista y artificial, una copia más, una marioneta de expresión congelada. ¿Quién controlará mis movimientos? Hará que camine para ahí o para allá, que gire, suba y baje escaleras, dé la mano, dos besos, o un abrazo breve e incómodo. Podrá hacer que pronuncie palabras bonitas, dulces, alegres o tristes. Pero todas sonarían igual. Lo sé. Pase lo que pase me guardaré la música para mí, y eso es lo único que jamás me podrá ser arrebatado. Tal vez me rebele y me de por bailar en medio del metro si sube al vagón un hombrecillo con un trombón, tocando una polca, hablando extrañamente en un italiano de acento árabe. El resto de pasajeros me observarían sorprendidos al haber aceptado sin miedo tan absurda escena. Puedo imaginarlo. Como aquel salón de techo alto con la mesa de cristal azul oscuro que vi mientras estaba sentada en un decadente bar sin ningún encanto.

lunes, 4 de julio de 2011


Era de noche pero no se veía a la luna. Quizás por eso ella andaba como perdida e insegura por la calle, sin saber exactamente a donde dirigirse. Él la miraba y pensó que tenia esencia de mariposa amarilla, aroma a bosque, voz de cuento y ojos de laguna encantada. ¡Qué cosas tan extrañas se le ocurrían aquella noche! Debía ser la ausencia de la luna, o quizás aquella figura desvalida era la misma luna, que había bajado a la tierra por alguna causa desconocida, por algún oscuro secreto.


domingo, 3 de julio de 2011

Lástima


Mañana te lo explicaré todo para que puedas entenderme, si eso es posible, me dirás. ¿Por qué no creérlo? Me gustaría que volvieras a ser el soñador de antes, cuando percibías la verdad oculta de los cuentos de hadas que te explicaba con voz dulce. Sí, vivo en el pasado, tienes razón. Pero eso es mejor que vivir indiferente a todo como tú, que ya eres más sombra que persona.

Espero que cuando mañana te lo explique consigas entenderme porfín. Aunque preferiría que te entendieras más a ti mismo y volvieras a tener brillo en la mirada en vez de edifícios grises...
No, no me pasa nada, ese es el problema. Necesito girar y girar todo el tiempo para no marearme y por eso no puedo parar, no puedo dejar de dar vueltas aun sintiendo el mundo desvaneciéndose. Ya, sé que no entiendes nada de lo que digo, tranquilo, no importa. Solamente desearía que intentaras recordarte de antes, de cuando sí encontrabas sentido a mis palabras. No te acuerdas, ¿verdad?. Lástima.

jueves, 30 de junio de 2011



Saboreé dulces sensaciones por un leve momento y ahora ya no puedo olvidarlas.
Y ni siquiera he empezado a vivir, a sentir esa respiración profunda que intuyo que existe aun faltándome la certeza necesaria para afirmarlo sin que el perfil de la duda me aceche con voz de pregunta sin respuesta.

Háblame de historias que nunca han ocurrido, cuéntame que todo fue tal y cómo debía ser. No te olvides de callarte lo que viene después de los finales felices. Así recordaré siempre bellas imágenes estáticas eternamente armónicas, así no conoceré el silencio que prosigue al final de una risa o de una canción.

Así no volveré a encontrarme con el retumbar de mil preguntas que no sé responder.
Y olvidaré por un leve momento el sabor de aquellas fugaces sensaciones que se resisten a abandonarme.

miércoles, 22 de junio de 2011


Alegre cantineo, ¿cómo estás?
Te ocultas y no sé el motivo,
quizás no hay ninguno.

.....................


Reniego del hola y el adiós,
de las palabras que nacen muertas
y de tus máscaras
cada día más grotescas.

Rechazo el circo de los engaños
que tanto quise de niña
y donde tanto vi y viví.
Seré brisa en la playa.

Seré flor del camino,
animal que se esconde
de miradas humanas
que todo quieren saber.


.....................


Alegre cantineo,
engañas al sonar
como risa de niño

vuélvete lamento
y empieza a ser.




domingo, 5 de junio de 2011

¡Qué bello!


¡Qué bello ver el tiempo fluir!
¡Qué bello perderme entre cantos de pájaro!


¡Qué bello sentir como el alma respira!
¡Qué bello dejarme abrazar por raíces de árbol madre!


¡Qué bello ser sueño sin engaño!
¡Qué bello guiarme por el rumbo de la libélula!

domingo, 24 de abril de 2011


Cierro cada una de las puertas que antaño abrí insensatamente, creyendo en la inocencia de un mundo demasiado adulto. Permanezco en la habitación redonda: lugar donde empiezan y finalizan los caminos, lugar donde ahora guardo lo que a duras penas conservo de mi alma mutilada, desgarrada en tantos trozos como rincones he visitado en mi antigua fe infantil.

Cierro cada una de las puertas que antaño abrí, sin portazos, sin ruido que delate mi porvenir de encierro, mi futuro rodeado de silencios por miedo al retumbar de mi voz acusadora, recuerdo de conciencia, de identidad y sentidos que sangran.

Cierro cada una de las puertas que antaño abrí para coser, con manos delicadas de sastre, los retales de mi vieja vestimenta de tela blanca de tul; tan frágil... Prometo volver a salir cuando vuelva a convertirme en persona y deje de ser otro cuerpo vacío. Lo prometo.

martes, 15 de marzo de 2011


Inyección de odio en la sangre. Ésta hierve; calor sin calidez. Agitación convulsa del corazón, enturbiamiento de la mente. El cuerpo grita.

Oigo una música que nadie oye. Una melodía armónica de gran belleza que me impregna de una sensación tan extraña como familiar, la cual cosa es aún más desconcertante para la parte reflexiva y racional que todo lo quiere controlar y que yace en mí al igual que en el resto de personas que pueblan este mundo que tan equívocadamente créemos nuestro.
A veces me hace sentir como una máquina formada a partir de pequeñísimos engranajes parecidos a los de un antiguo reloj de bolsillo. Sí, así me siento al escucharla: un hombre joven de alma anciana.

No soy músico y sin embargo parezco ser el único que oye esa dulce melodía, murmullo que no procede de ninguna parte, que ni está lejos ni está cerca. ¿Surge de mi interior, quizás? Es la única explicación que encuentro.

No soy músico porque soy música.

Ahora empiezo a comprender.

lunes, 24 de enero de 2011

Cánace


Perdieron su nombre entre fuego y acero
¡Oh, desdichado espíritu de bosque encantado!
Su cuerpo fue esculpido en la corteza de árbol
Antaño refugio del abrazo de la Madre raíz

Vaga ahora la huérfana sin rumbo ni rostro
Al impulso de delicadas ráfagas de viento
Propagando la voz ronca de la anciana tierra

Su aliento embriaga de dulces aromas traídos del olvido
Del antes de las chimeneas y los monstruos humeantes
Antes de que la mancha infecta maldijera al hombre
Enfermando cuerpos y enterrando el cielo y los astros

sábado, 15 de enero de 2011


Niebla en los ojos, seísmos, retumbar arrítmico.
El mundo se diluye, todo pierde su forma, nada es como fue, o quizá nunca existió nada de todo aquello. Y ahora que despierto me creo aún en un mundo de ilusiones y espejismos: todo aparece y desaparece. De repente, no hay suelo que me sostenga y me creo a punto de precipitarme a un vacío que todo lo envuelve. Sin embargo, la realidad vuelve a dibujarse: alguien crea y destruye a placer la dimensión donde mi mente se encuentra. Levanto los brazos al cielo y no-cielo. Suplico compasión a un ente inexistente. ¿Si deseo e imagino que es real, de alguna manera, no empieza a "ser"? ¡Ansío tanto estar en lo cierto...! De lo contrario, no hay esperanza para mi mundo de reflejos desvaídos.
¡Levanta tu voz! No permitas que mis palabras retumben ignoradas e inútiles, sin respuesta o mentira alguna como triste consuelo.

viernes, 14 de enero de 2011


Me siento en lágrima transformada,
navegante de los ríos que surcan tus mejillas.