lunes, 25 de junio de 2012

Amazona

Yo ansié morder la manzana y escupir el trozo robado con desdén, mirar desafiante con el fuego pasional de la juventud y desvestirme, exhibirme ante el dedo acusador y el ceño fruncido. Desee forcejear con todo grillete disfrazado de pulsera para hacer visible y molesta toda cadena que aprisiona mi cuerpo y mente, y rechazar toda inquietud inquieta en pos del enfrentamiento ciego, incesante, abrasivo. Yo que siempre fui agua estancada, enfermiza y débil, anhelé ser fuego y poder luchar en mil batallas perdidas manchadas de sangre heroica e inmortal.

lunes, 18 de junio de 2012

La escalera es de caracol y en su final enroscado se encuentra una pequeña y simple habitación prácticamente escondida. "¡Es un escondite!, exclamó él, contento de su encuentro. "Me quedaré aquí hasta que vuelva a aparecer esa luz roja". La luz roja quema y pellizca en la piel. "Si no queda más remedio, beberé del líquido azul de las botellas". La niña de manos como garras y ojos sin pupila le dice que es una excelente idea. Y ríe.

lunes, 11 de junio de 2012

calles líquidas

Los reflejos que beben del perfil borroso y la hoja que cae y se convierte en barco son testigos mudos de la curvatura de los años pesados como plomo, frágiles como pluma. Son testigos de las grietas en donde surcan los rasgos viajeros: aquel anciano que hacía llorar, aquella mujer del carrito, los niños del sur, y las manos ásperas del artista que nunca llegó a sujetar el pincel.

sábado, 9 de junio de 2012

-Lo sabia y me lo ocultaba en un intento desesperado por no resultar más herida. Pero lo sabia. Las páginas del libro acaban por perecer, por mucho que te suplique que leas una más antes de la llegada de la sombra.
Durante mucho tiempo rechacé los saberes y su crueldad. Me negué a conocer los entresijos del reloj, el entramado de hilos y nudos de los pasos, la inconsciencia de las gotas de lluvia muriendo en el cristal. Yo no quería conocer nada más que no procediera de la fábula cantada por la voz de entre sábanas de nube; aquella voz que me salvaba y condenaba por las culpas del campo adusto y hostil donde se atrevió la dulce amapola a florecer un día de otoño.
Yo quería ser olvidada en vida y recordada en cuento.