miércoles, 27 de marzo de 2013

Objetos parlantes

Si quieres que te diga la verdad, estoy esperando a escribir la historia del coleccionista de relojes, de la anciana del diván, la niña del desierto que aún busca la orilla, el ser que habita en la casa muerta, pero todas se ven ensombrecidas, anclados en mares de sombra, al instante en que asoma con arrogancia el YO que tanto me aniquila. Y es aquí que empieza este divagar que nunca termina y que ya amenaza con no darme descanso mientras siga en este juego de caras que se ocultan y palabras que sintetizan nombres con voz de lengua extraña, una perdición de lenguaje anarkogramatical. Sigo empeñada en mantener esta identidad que tantas desgracias me ocasiona, identidad que en su egoísmo ahoga a estos frutos que, si bien es cierto que germinan (henchidos de ilusiones malsanas, pero), no llegan a nacer más que en forma de sufrido aborto.  Estoy cansada de estas paredes-interrogante. Miro y leo a mi yo de ayer escribiendo en ellas "¿quién encontrará a Marie dentro de esta locura despedazada?" y demás frases lapidarias que me persiguen en mis noches sombrías, que no son pocas. El sinsentido y la abstracción son los pilares de mi refugio verbal. A ellos voy con mis fantasmas, atormentada como soy por culpa de mi naturaleza (humana) enfermiza, buscando el alivio que sólo una respuesta basada en la no-respuesta puede darme.

¿Y si me quedo sin texto, como ahora y otros tantos ahoras?

lunes, 18 de marzo de 2013

Este espacio que me separa y me define. Si no hay palabras, las imágenes mueren en el desconocimiento, y ni siquiera hay paso para el vacío (entiéndase: nunca hubo algo ocupándolo). Claro que habían cosas antes de las palabras, nunca estuve sola del todo. No me hacían falta: yo ya era yo sin necesidad del Otro, aunque el mundo no fuera capaz de aceptarlo.

lunes, 11 de marzo de 2013

La que murió sin canto me canta para que no pueda seguir su suerte. Gracias a ella puedo bailar esta noche, oír esta música y crujir los huesos, prisioneros, yo alivio del suspiro, la gota solitaria que se precipita al fondo. ¿Crees que hoy será el día destinado a nacer? Es una habitación si ventanas (también se olvidaron de la puerta) Quizás mañana se acuerden de abrirla. Ojalá mañana siga siendo mañana.

domingo, 10 de marzo de 2013

Es una playa sin mar, pero a ella no le importa. Por algún lugar ha de poder deambular esta joven que no sabe de sus pasos de huella vacía. Anoche parecía que el sol no volvería a salir jamás, y ella experimentó por un momento el fin de la luz y los días. Hay una repetición, un patrón en esta actitud de huida que tanto la caracteriza. Ella es un partir, y yo la que observa escondida detrás de la ventana su marcha, triste y callada. No es la primera vez que la veo así. Muchas veces más nos hemos encontrado, pero ella no me recuerda. Me presento con diferentes nombres, con la esperanza de encontrar el adecuado: aquel que espera, aquel que busca en su travesía errante impulsada por el eco del canto de la madre. Su madre le cantaba sin letra siendo ella niña sin recuerdo. Alguien la depositó en el suelo, con ternura, hace mucho tiempo atrás. Desde entonces, el silencio empezó a hablarle, quisiendo ella acallarlo y seguir el susurro de su madre que desaparecía (o quizás nunca había existido). ¿Dónde ir? "Nunca me habló de ti". No pude acogerla ni llorar por ello: por ella. Hay sed en esta tierra fragmentada; sed en sus pasos. Es imposible ir en busca del olvido, pequeña, pero no seré yo quien te lo recuerde. La ausencia del mar lo llena todo, y todo es este saludo al vacío, este gesto que muere. La playa que se hizo desierto; eterna fluctuación de un perfil temeroso. Alguien sabrá el qué y por, yo no lo sé, yo no puedo acompañarla por haber querido desatar su tan bien armado interrogante.

miércoles, 6 de marzo de 2013

a mí:

olvídate de recordar
olvídate de buscar
busca lo descubierto
e ignora lo oculto
pero por favor
déjame ir
déjame huir

martes, 5 de marzo de 2013

Mi único consuelo es saber
que nada quedará de nosotros
que nunca habremos existido
la niña-amapola no habrá florecido
Y yo no habré sido más que un
espasmo
en el cuerpo del que duerme
la inconsciencia